Autocuidado: cuando dejar de exigirte también es una forma de cuidarte

Durante mucho tiempo se nos ha hecho creer que el autocuidado es algo que se hace cuando sobra tiempo, como un premio que llega solo después de haber cumplido con todo lo que “toca”: el trabajo, las obligaciones, las expectativas ajenas.

Pero el cuerpo no espera a que tengas hueco en la agenda.
Y la mente no entiende de prioridades cuando lo que hay dentro empieza a desbordarse.

El autocuidado real no siempre es bonito, ni fotogénico, ni fácil.
A veces es simplemente darte permiso para no exigirte tanto.
Es parar antes de llegar al límite.
Es reconocer que necesitas apoyo, incluso cuando todo parece estar “bien” desde fuera.

También es aprender a escuchar lo que tu cuerpo intenta decirte cuando llevas días ignorándolo, cuando dormirte cuesta o comer se vuelve una rutina automática.
Es decir que no sin dar explicaciones.
Es dejar de intentar demostrar tu valor a través de lo que haces o de lo que das.

Cuidarte no es egoísmo, ni debilidad, ni falta de responsabilidad.
Es, al contrario, una forma de sostenerte con más conciencia, más respeto y menos castigo.

Porque estar bien no es algo que debas ganarte.
Es algo que mereces por el simple hecho de estar viva.
Y cuando empiezas a creértelo, aunque sea un poquito, también empiezas a sanar.El autocuidado no siempre será fácil.
Pero siempre será una forma de recordarte que tú también importas, incluso cuando no estás cumpliendo con todo.